domingo, 6 de julio de 2008

El monstruo de la Sinluz

El Monstruo de la Sinluz

Me llamo Pedro y vivo en una casa común y corriente. Tengo una mamá y un papá que me hacen mimos y me dan chocolatada, un hermanito bebé que se llama Joaquín que llora mucho, es gordo y rubio y aunque no habla yo lo quiero igual. También tengo abuelos, y tías, primos y un perro llamado Otto. Tengo todas esas cosas que tienen todos los nenes, pero también algo que nadie más tiene: un monstruo de la Sinluz. El monstruo vive debajo de mi cama y siempre que me voy a dormir aparece, pero yo no le tengo miedo por dos razones. Primero, por que soy valiente y segundo, por que el monstruo es mi amigo. Cuando mamá me arropa y dice hasta mañana, él aparece y nos vamos de paseo. ¡Hay tantos lugares lindos que ver en la Sinluz!
El monstruo es mágico, y algunas veces nos transforma en gatos y paseamos por los techos, revolvemos tachos de basura y jugamos a perseguir ratones. Otras somos sapos, y nos instalamos en el río a comer mosquitos a la luz de la luna. A mí al comienzo me daban un poco de asco los mosquitos, hasta que él me dijo que pensara como sapo. Ahí descubrí que tienen un gusto parecido a los caramelos mediahora, que si bien no son ricos, son caramelos.
Una vez quise buscarlo de día, pero no lo encontré. Me metí debajo de mi cama, pero no estaba. Esa noche le pregunté por qué pasaba eso y él me contestó:
-Por que de día la Sinluz no existe.
¡Es tan inteligente el monstruo!
Cuando le pregunté su nombre me dijo:
-Me llamo Tulababadaligababojetotascanziz, pero decime Tulziz que es más corto.
También me contó que los monstruos se comen los paquetes de todas las golosinas que los nenes compramos con los vueltos de los mandados de mamá y escondemos debajo de la cama. Yo lo quedé mirando.
-¿Los paquetes? ¿Enserio? ¡Pero si los rellenos son mucho más ricos!
-Eso por que nunca probaste los envoltorios- me contestó- tienen el gusto del caramelo o de las papasfritas pero mucho más crocantes.
-Che monstruo, Tulziz... ¿Te puedo preguntar algo?
-Por supuesto- dijo, mientras que se sacaba un piojo de la cabeza y me lo daba. Éramos monos y estábamos jugando en el gomero del fondo de mi casa-. ¿Querés?
-No, gracias, estoy lleno. Quería saber sí alguna noche de estas podríamos traer a Joaquín. El siempre está en su cuna y creo que le gustaría acompañarnos.
-No te preocupes, te prometo que ni bien aprenda a caminar lo vamos a llevar a Marte a cazar saltamontes de hielo.
Nos descolgamos rama por rama y fuimos saltando hasta mi pieza. Me metí en la cama y al ratito se oyó la voz de mamá.
-Pedro, es hora de levantarte, la choco está en la mesa.
-Hasta la noche Pedro- me dijo el monstruo, y desapareció en el mismo momento en que mamá abrió las cortinas.
-Hasta la noche Tulziz- susurré, mientras abría los ojos como si hubiese dormido plácidamente.
En el colegio no les conté a mis amigos sobre él, siempre dicen que pasan cosas horribles en la Sinluz y la llaman Oscuridad. Yo creo que es una palabra muy fea, y que por culpa de esa palabra le tienen miedo. Mis compañeros no tienen un monstruo como yo porque duermen con la luz prendida.
¿Y vos?
¿Querés tener un monstruo de la Sinluz?

1 comentario:

Lopo dijo...

Hola Marianassssss... se me trabò la ese... Soy Marcos, el de los puntos suspensivos... Besos...



P.D.: ...